miércoles, 26 de diciembre de 2007

Re-vuelta


Hubo un día en el que todos los habitantes de Moguilia, sufrieron un shock causado por un gas furtivo, y cayeron en un estado de incosciencia que los médicos jamás pudieron entender.

Algunos dicen que entre la llegada de la pechugona Inmaculeada Conseción, y la ya nombrada suelta de gases del Perro Garronero después de comerse los zapatos del Marqués, todos, y cada uno de los habitantes del famosísimo loquero, cayeron en un coma profundo del que les fue posible despertar solamente cuando oyeron que se aproximaban las fiestas de fin de año, y que, si se levantaban, iba a haber vino, sidra, ananá fizz y garrapiñada gratis para todos.

Así fue, como, uno a uno, fueron volviendo en sí de a poco, como tiernas margaritas al amanecer (?).

El Marqués (quién aún no se reconoce en su propia identidad), se había dormido en la hoja de un banano, a la zona derecha de la isla, y se despertó con la peluca superpuesta con un especie de mono que, según dicen los que saben, era un piojo maximizado, del mismísimo Marqués. Pero como el mono estaba muerto, no pudo agarrarlo de mascota, echando a perder las ilusiones de tener un amigo del pobre Sádico.

Ana María Dos Santos, yacía cómodamente en su meriñaque rosa chicle sospechosamente subido hasta el cuello, pero con cara de santa, eso sí.
Ella despertó de su letania orando el Ave Mina, como de costumbre, y pidiendo perdón por todos los pecados cometidos durante sus sueños. Cosa rara, pues se sabe que uno cuando sueña, sueña.

El Perro Garronero, que había desfallecido en el baño luego de leer unos artículos diplomáticos de la Unión de Perros Mundial, emitió su opnión por la parte trasera, y ya todos sabemos la historia del gas sommífero cuasi mortífero. La cuestión es que en la misma pose se hallaba cuando despertó, con la cara colorada por la fuerza (a la manera en que los perros se ponene colorados, Uds. me entienden).

El Moguito de la Esquina, precisamente, estaba en la esquina del manicomio, mirando hacia un lugar inexistente que él insiste en llamar "la Lontanaza", y en cuanto sucedió lo acontecido (?), proliferó unas cuantas guarangadas, y cayó sobre unas botellas de vino que, sospechosamente, se encontraban rodeandoló (vacías), cosa que lo puso de muy mal humor cuando despertó, ya que no se pudo desayunar como de costumbre.

¿Y la pobre Inmacuelada?, ¿que justo había llegado a la Isla y no entendía nada de lo que pasaba?. Le quedó la prescripción médica amarilla después del estallido, y cayó en un sueño profundo que la hizo olvidar de todas las quejas de su vida. Aunque cuando despertó, volvió a recordar todo. Para variar.

En cambio yo,María Antonieta, que estaba aireando los pies al mejor estilo romántico en la ventana, puse cara de asombro y desfallecí sobre la silla majestuosa emitiendo un ¡Oh! profundo.
Recuerdo que tenía en mente preparar 27 litros de vino patero para esa noche. Incluso me había cortado las uñas de los pies, y todo. Lo recuerdo por que desperté con la misma idea, salvo que tuve que cortarme nuevamente las uñas por que me habían crecido un poco, y ya llegaban a la manija de la puerta.
Además, tenía que hacer por lo menos 8 litros de vino más, ya que se sumaba una nueva feligresa.

Y creo que con todos mis compañeros coincidimos en los pensamientos, ya que en el dulce despertar coincidimos en el patio interno del manicomio,- percantándonós de que los médicos había aprovechado nuestro letargo para tomarse el palo- balbuceamos a la vez: ¡Esta noche fiesta hasta que amanezca!...

Ahora los dejo.
Cuando caí en la cuenta de que ya estábamos a fin de año pensé que el vino no era suficiente para la ocasión, así que ya les enseñé a todos cómo se hace y vamos a por los 100 litros de vino para navidad y año nuevo.
El Marqués, como siempre, no quiere ayudar. Pero lo convencimos diciendolé que si nos ayuda, el Niñito Dios que se parece mucho a Papé Noel, le traerá un bote apto para el escape que desea hace tiempo.


Eso sí, los cuetes no serán naturales!